No me muerdas la boca en otras bocas

Sugiero empezar por el final, por los “ya no te quiero”, comenzar por las lágrimas, los recuerdos , la soledad, la incertidumbre, los nudos en la garganta, los dolores en el pecho, las huellas que se alejan, los dos besos, los putos celos, las despedidas de aeropuerto, los abrazos con prisa y las prisas en sí mismas, las manos que no se tocan, los cuerpos que no se retuercen mutuamente, tus jerséis sin tu olor, la cama sin tu lado, los paseos sin vértigo, las ostias que dan los “tenemos que hablar”… para al final no decirnos nada nuevo.

despedida

Propongo un inicio sin amor, sin mariposas ni resquicios de otros cuerpos… pero sabiéndonos. Odiarnos hasta los párpados de lunes a sábado y olvidarnos completamente los domingos. Hablar mal, el uno del otro, delante de nuestros respectivos amigos, maldecirnos en otros nombres, desgastarnos las costuras, los labios y los abrigos, rompernos el corazón para que, luego, no se nos rompa el amor de tanto usarlo.

Empecemos descubriéndonos en terceras personas, cansémonos de tópicos de segunda para que siempre te tenga ganas. Cometamos errores: seámonos infieles sin estar, rindámonos a tentaciones de extraños en bares y carreteras, en hoteles y discotecas, seduzcamos a desconocidos, probemos el morbo de la mano de mil salivas… seamos todo lo que tengamos que ser antes de ser nosotros mismos, hagamos lo que tengamos que hacer para que, una vez seamos tú y yo, nunca acabemos mordiéndonos la boca en otras bocas.

En definitiva, darle la vuelta al paso de la vida para pasarme toda la vida contigo.

Por si no te ha quedado claro, me explico; haré lo que sea necesario para hacerme experta en tus cremalleras, lunares y pecas, en desabotonar tus camisas, en medir cada centímetro de tu cuerpo, en recorrerte a besos desde la planta hasta el último pelo, porque quiero que nos mire el fuego y tenga miedo, porque tú y yo ya somos un incendio, pero no juguemos con lo que no podemos, hemos tenido tiempo y nos queda aún mucho por delante, por eso no quiero tropiezos ni malos detalles, quiero que me sepas como sólo tú sabes. Porque te conozco y me conoces y, sabemos, que no querernos sería un error pero que querernos mal sería aún peor. Vamos a hacerlo todo al revés, que los cuernos sean la antesala de la fidelidad más íntima, que las peleas sean con otras parejas, que las lágrimas lleven otros nombres, que las decepciones se comparen a llegar tarde o a que la comida no esté lista, porque eso será lo de menos, quiero una rutina contigo que sea como el mismo cielo y es que te quiero como para asumir las consecuencias, lo que venga y lo que sea. Quiero contigo empezar por el reverso de la historia para que no haya ninguna otra como la nuestra, ser tu causa y tu consecuencia, tu alfa y tu omega, tu enero y tu diciembre… tu principio infinito, tu primera y última vez para siempre.

infinito

Atlántico (II Parte)

Yo tan Mediterráneo y tú tan inevitablemente Atlántico, cómo no iba a enamorarme si me bañas en mareas de estados de ánimo, de lunas bajas y corrientes revolucionarias. Me colmas de arrecifes y peligros, o de calma y serenidad con la misma ocurrente sinergia con la que se forman rizos en tu pelo, con la misma viveza que gritas libertad con cada paso que te acerca a mí.

Vienes y vas, no puedo enredarte en mí como me gustaría, haces magia con las excusas y sospecho que debiste ser poeta en otra vida e, incluso, en esta.

Eres inefable, jamás he conocido nada ni nadie que se te parezca, tan libre, tan fuera de cualquier alcance, tan lejos y, a la vez, tan cerca, que estando aquí, puedes no estar y que, no estando, no puedo alejarte de mi cabeza.

Desprendes algo, un qué sé yo, que yo qué sé… tienes eso que llaman duende, sal, lluvia, vitamina… vida, qué más da. Esa chispa tuya que me envuelve en forma de brisa se ha vuelto más que necesaria, una droga y una Kriptonita, adictiva o autodestructiva, según te plazca. El día que no me bailas el agua, pierdo el acento, las fuerzas, la voz, la risa y hasta el sudor. Tengo frío a todas horas, arrastro los pies junto con mi orgullo y mis tacones no pisan con la misma solera, ya no son lo que eran si no son por ti. Mis ganas vibran si las saca a bailar esa sonrisa tuya que me palpita el alma.

Por eso, sé que ya es tarde, he caído en tus redes, te veo aparecer por el pasillo y comprendo que podría estar horas mirándote, no eres consciente de todo lo que te miro y de lo mucho que me encanta. Cuando nos despedimos en la calle me parece increíble que la gente pueda pasar a tu lado sin girarse, sin detenerse a pensar que se acaban de cruzar con la persona más increíble que existe. Entonces, me doy cuenta de la suerte que tengo. No puedo creerlo, estás aquí conmigo y parece que quieres quedarte, pero al mismo tiempo sé que no puedo personalizarte, no puedo hacerte mi desastre, no puedo llevarte a mi terreno, no puedo hacerte a mi voluntad… ni debo hacerlo. Eres como eres: mar, tierra, fuego y aire. Los puntos cardinales, la zozobra, la bahía, la playa… tienes agua salada en la saliva porque curas mis heridas con la ternura de cien madres o me ensalzas en la furia de miles de tempestades si ese día no es tu tarde. Pero cuando estás de buenas, ¡ay, cuando estás de buenas! Una sensación extraordinaria me abriga, me siento inmortal, poderosa… tan poco humana, como si no existieran los defectos en el mundo, como si todo fuera perfecto, eres la felicidad en carne y verbo y los que mueven los hilos allá arriba confabulan contra nosotros por saber querernos.

Que se caiga el mundo, que cese la gravedad de los cuerpos, pero que me pille a tu lado, así de juntos, así de ciegos, uno por el otro, que no he nacido sino para bañarme en ti y, a la vez, contigo, bendito Atlántico mío.

¡Larga vida al MAR eterno…!

mar

Atlántico- (I Parte)

No crezco, no mermo… no cambio.

Soy como soy: impasible, inmutable. Implacable conmigo misma y con los besos que no echo de menos; qué le vamos a hacer, será que soy exigente con lo que deseo. Tal vez, por eso, he llegado a un punto sin retorno donde me he hecho así; corrijo, vosotros me habéis hecho así: firme o todo corazón según el marchante que me viaja. No soy mejor ni peor, soy así: una roca erosionada por la naturaleza humana.

Hubo un tiempo, hace siglos, en el que yo quería mutar, ser corriente que se deja llevar, pero los varapalos, los vaivenes, la tempestad… la prisa turista me ha hecho encallar en esta playa. Mejor me quedo como estoy para que no lleguen más a ver lo que queda de mi alma y poder ver qué se llevan.

«—¡Ay, insensata! Tú creías, tú pensabas…me dije a mí misma pero la vida me tenía reservada otra cruzada

Concretamente, tú, un Big Bang, causa y efecto-mariposa que rompe cicatrices, cose ayeres y me revuelve las ganas estancadas. (Algo se mueve…)

cisma

«—¿Qué coño pasa? ¿Cómo y cuándo has llegado aquí? —»

«—¡No tienes derecho!Te grito sin éxito, pero tú ya estás dentro

«—No busco nada serio, en mi fondo moran cientos de marineros más veteranos que tú que lo intentaron antes y ahí siguen,

desayunando fracasos de agua salada. Te advierto

«—¿Por qué iba a ser diferente ahora? ¿Por tu azarosa voluntad?—»

«—Eso habrá que verlo.Pensé yo.«

 

Y así fue, lo vi y lo veo cada mañana cuando me despierto.

 

(Continuará…)